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Entrevista
Cultura
31 May 2022

Inés Bombara: “En cada lugar del mundo, el asombro por las historias es el mismo”

Por: Gabriela Sánchez.
La narradora de Castelar habló de sus viajes a Finlandia, México y Brasil, entre otros, adonde llevó sus cuentos; el impacto de este arte en la Salud Mental y los desafíos de trasladar su taller a la virtualidad en tiempos de pandemia.
La Narración Oral tiene sus raíces en la tradición de contar historias, cuentos, leyendas y relatos. Para la cuentista Inés Bombara este arte es por definición “Lo que nos hace humanos. Porque somos capaces de contar historias y, por ende, necesitamos de éstas permanentemente”. “La comunicación es esencial, es el vínculo con el otro. No podés contarle al espejo, le tenés que contar a otra persona. Entonces, este hecho social que sucede es fundacional”, remarcó.

La narración llegó a su vida de casualidad en 1993, cuando la escuela Crecer de Castelar, donde concurría su hijo menor, convocó a padres para que compartieran, en un espacio, aquello que “supieran hacer”. Ella se ofreció para dar clases de yoga, las cuales complementaba con una historia que contaba al momento de la relajación. Este segmento tuvo tan buen recibimiento por los niños que pronto se transformó en un taller de lectura, para luego derivar en uno de narración. “Lo hice empíricamente, sin saber bien qué cuerdas estaba tocando. Después, ellos comenzaron a contar cuentos a sus compañeros más chicos, a los geriátricos de la zona como el Hogar del Dr. Ovando, y pasó a ser una acción con proyección a la comunidad”, detalló la narradora, quién formó parte de la primera promoción de Técnicos en Narración Oral recibidos en ADENO, considerado el primer Instituto Argentino de Narración Oral.

Luego del cierre de la escuela Crecer, siguió dando clases, en todos los niveles, en instituciones educativas públicas y privadas, y desde el año 2004 al 2017, estuvo al frente del taller de Narración Oral de la Biblioteca Municipal de Morón, Domingo Faustino Sarmiento. Dentro de las actividades impulsadas desde el taller, -que continúa, en la actualidad, a cargo de María Laura Vázquez, ex alumna de Bombara- se encuentran las intervenciones en paradas de colectivos, como la del 153 en la puerta de la misma biblioteca, sobre la calle Brown en Morón o las salidas solidarias, dos veces al año, llevando historias a las salas de espera e internación del Hospital de Morón, articulado con el Servicio de Salud Mental.

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“Es muy fuerte la sensación porque en un geriátrico, una escuela, lugares así grandes, más de cuatro personas hay. Y acá es de a uno, muchas veces, porque es de cama en cama. Mirar un par de ojos solamente, es muy fuerte. ¡Y no te digo en Maternidad! Donde, por ahí, las parturientas eran tan jovencitas que nos escuchaban ellas y las mamás que eran un poco mayores que las hijas. Además, contábamos en la sala de acompañantes de Terapia intensiva, donde estaban esperando para poder entrar. Es muy movilizante”, comentó y agregó: “Lo cómico era en el Laboratorio, porque claro, ahí están muy atentos a que no se les vaya a pasar el turno y, de repente, caíamos nosotros y al principio era: `¿Y estos? Van a retrasar todo´ –Rió- y después, era ver cómo iban entrando en el texto, cómo se iban dejando absorber por la historia. Era fantástico. Siempre fue increíble lo bien recibido que era. Vos, a priori, pensarías `¡Uy, Dios mío! ¿Qué se les ocurre venir a contar acá! La verdad, no es lugar´, y al contrario, te ratifica que sí es el lugar, si se realiza con respeto. Si no te quieren escuchar, listo, no se hace. Pero es una actividad hermosa. Nos pasó en Sala de Diálisis, en una empresa que íbamos, que los enfermeros y los técnicos nos relataban que cuando era el momento de la narración, por ejemplo, no había calambres o lipotimia. Al estar ocupados en otra cosa, esta sección la pasaba mucho mejor”, expresó.

“En algún momento, también íbamos al Centro de Día de Ituzaingó a contarles a chicos con discapacidad y la verdad que salían cosas maravillosas, que después ellos trabajaban. Las docentes nos mostraban los trabajos a raíz de esta acción y realmente te conmovía lo que pasaba”, manifestó.

Una vez inmersa en el mundo de la narración, Inés Bombara se percató que ésta estuvo presente en su vida desde muy niña. “Sin darme cuenta, yo esto lo hacía cuando era chica. Por ejemplo, cuando yo tenía 10-11 años, para mí era mucho mejor contarle a un compañero la lección. Era mi mejor manera de estudiar. Leías e interpretabas, te cargabas de datos sobre todo eso y después lo compartías con otros. Esa era la forma de que me quedara. Refinado, esto es la Narración Oral”, explicó quién nunca imaginó que justamente narrar la llevaría a conocer diferentes países y ciudades; y vencer el miedo a volar.


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“¡Ni soñando! Es más desde mi juventud le tenía mucho miedo al avión, pero mucho miedo. Ni ganas de viajar, ni que me dijeran, porque me ocasionaba angustia. Y cuando terminé la Tecnicatura, empecé con un viaje a Buga, Colombia, y a partir de ahí, no paré de viajar: fui a México, Londres, Oslo, Brasil, Miami y Venezuela, entre otros. Dentro del país, un montón. La verdad es que es una maravilla porque en cada lugar que vas confirmás la magia de las historias contadas. El asombro es el mismo”, señaló Bombara que, en algunas de estas oportunidades, ha narrado en Inglés pero también en Castellano, como en su viaje a Helsinki, Finlandia (Ver: Inés Bombara llevó sus narraciones a Helsinki), para argentinos que viven allá y habitantes que se encuentran dentro de un programa donde los niños “son expuestos a la mayor cantidad de idiomas posibles, para aprovechar la plasticidad que tienen a esa edad”, en una biblioteca. “Tenía público de niños y grandes en plena nevada, ¡con 30 grados bajo cero! ¡Fue maravilloso! Nunca lo pensé. No era mi objetivo. Nunca planeé viajar para narrar y finalmente se fue dando”, compartió a seis años de aquel viaje.

En pandemia realizó encuentros virtuales, los domingos a las 5 de la tarde, a los que denominó Cafertulias. En ellos, los participantes narraban frente a sus compañeros y al público, cada uno conectado desde sus casas. De esta experiencia, dijo: “Es otra dinámica en el sentido del narrador, o sea presencial vos estás mirando, hay una temperatura y una calidez, hay un sentir al otro. Mirarlo directamente a los ojos y demás. En esto de lo virtual está mediado. Es muy raro hablarle a gente que se ve en la pantalla –Rió-, que no sabés muy bien a quién mirar… porque necesariamente buscás la mirada del otro. Es vital para uno. Aparte todos los gestos, la respiración, hay tantas cosas… digamos que con la falta te das cuenta de toda la presencia que es eso. Pero, por otro lado, está lo genial del alcance y poder reírse de los inconvenientes: `¿Me escuchan?, ¿Estamos todos?, ¡Se apagó uno!´ –Rió-. Poder naturalizar e incluir todo esto también fue aprendizaje, inclusive para la narración”.   

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Actualmente, se encuentra dictando su taller de Narración Oral, Palabrabierta, en modalidad virtual y se presentará en el Bar Mussac -Sarmiento 2501, Castelar Norte-, por primera vez en el año, el sábado 4 de junio y el 7 del mismo mes, en el Colegio Secundario San Antonio de Padua. “Todos sabemos narrar, de hecho lo hacemos, y lo podemos mejorar. No hace falta una gran memoria, sólo ser humano. Tenemos todas la condiciones hay que ponerlas en práctica. Si bien es un arte, no pretendemos ser artistas en el sentido de ser histriónicos, tener buena voz, ser carismáticos… ¡No! Hace falta querer compartir una historia con otro, nada más. Trabajamos mucho el texto hasta que por fin lo damos a conocer. Una vez que lo tenemos ya no nos abandona más. Hay una frase que me gustaría decirla porque es lo que creo: `El narrador es el territorio de la historia´”, concluyó.

 
Gabriela Sánchez

Gabriela Sánchez

Periodista

Gabriela Sánchez es Periodista, egresada de TEA, especialista en cultura y rock. Se capacitó con profesionales roqueros como Alfredo Rosso y Sergio Marchi. Es vecina de Castelar con amplia experiencia en medios de la región y Colaboradora de Castelar Digital.

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