Una luz intensa, tan inmensa como el infinito. Interminables puntos de brillo flotando en ese espacio y tan incontables. De pronto, uno de esos puntos luminosos irradió en parpadeo más intenso y de mayor tamaño. El universo se estremeció, algo había en aquella señal, algo muy importante.

El infinito puso su atención y preguntó: “¿Quién eres?”, resonando tan potente como es.
Otra vez el punto parpadeó, brillante pero pequeño, y respondió: "Debo partir", continuando en tanto su resplandeciente fulgor.
“¿A dónde?”, quiso saber el universo, expectante.
“Tengo misión en espacio lejano”
“¿Dónde?”, continuó preguntando la inmensidad.
“A un lugar que llaman Tierra”. Y el universo entendió, era un lugar que necesitaba ser rescatado para su bien, estaba en peligro como quienes en él habitamos.
"Tu misión va a comenzar al llegar a la Tierra, esta luz que eres ha de tomar un cuerpo para vivir allá. Tendrás madre y padre, quienes te darán un nombre por el que serás conocido y reconocido".

Un gran ser luminoso se acercó invitando al brillante punto, en hermosos parpadeos, a ser su guía. Sonidos vibrantes acompañaron su partida en despedida universal.
"Ya estás anunciado a quienes serán tus padres. Yo, Gabriel, he sido el mensajero por orden divina. comuniqué a tu madre cuál sería su misión, cómo en la tierra debía recibirte, criarte, verte crecer, en tanto iría aprendiendo los pasos de guiar tus aprendizajes. Que los recibirías de quienes te precedieron en otras misiones, como la que tú tomarás".

El cielo infinito se iluminó de una luz más brillante y potente, el luminoso punto parpadeó y emprendió su viaje con quien lo guiaba. Era muy rápido que llegarían.

Una nueva estrella circulaba por el cielo y se posó sobre un lugar pequeño y muy acogedor, unos brazos muy cálidos y tiernos lo tomaron con una ternura que no conocía, pero ya le hicieron sentir su nueva condición física: Tenía cuerpo, tierno y suave. Y un latido rítmico dentro suyo. Los brazos amoroso lo ubicaron en un cómodo lugarcito desde donde podía ver todo a su alrededor. Figuras de distintas formas pasaban a mirarlo, con un gran fervor. Sabía que estaban reconociéndolo como niño Dios.

Sus pequeñas manos se ofrecían como si quisiera acariciarlos a todos. Una figura más grande que su madre lo contemplaba enternecido y así comprendió quién era, el padre que el universo le dio para su vida en la tierra. Así sabía quienes eran sus padres.

Una estrella de gran fulgor estaba sobre el lugar. Alguien hizo entrar a dos grandes seres que no eran humanos, uno a cada lado de sus pies le daban un agradable aire que entibiaba su cuerpo. La gran estrella que estaba sobre el lugar emitió un refulgente parpadeo y en ese momento llegaron al lugar tres figuras muy grandes, quienes le ofrecieron sus objetos, que tenían el significado cada uno de quien era y de dónde venía enviado.

Así fue su nacimiento, que con el tiempo sería festejado en la tierra como nochebuena y navidad.