Felipe y Nala, una historia de amistad en cuatro patas
Felipe tiene doce años y es no vidente. Además fue diagnosticado con TGD, una sigla que engloba al trastorno generalizado del desarrollo pero que asusta más por la ignorancia de quién pueda escucharla que por lo que genera en la vida del vecino. Amante de los autos y decidido a ser mecánico cuando crezca, es una celebridad en el barrio, sobre todo cuando pasea con su fiel compañera, una labrador que oficia de lazarillo y amiga. Juegos, amor y confianza en un vínculo inigualable.
Felipe
De la Escuela 7 al Club Argentino. Felipe cursa el quinto grado en la clásica escuela de Castelar Norte y también asiste varias veces a la semana a natación. Complementa su educación en la escuela 506 de Haedo y si bien tiene sus días ajustados entre la tarea de la escuela y otras actividades, hace arte con Ana Grumberg, siempre tiene tiempo para escuchar música con su abuelo, Roberto Michelena. “Estoy en Quinto ‘C’. Me gusta la escuela, tengo muchos compañeros. Me gusta ciencias… pero lo peor de todo son las pruebas. Me gusta ciencias porque es más fácil trabajar”, destacó Felipe ante las consultas de Castelar Digital.
“Hago natación en el Club Argentino, voy después de la escuela”, señaló sobre una de sus pasiones y completó, “me gusta la pileta, me gusta más crol que espalda, porque crol nado más rápido y solo… a veces me frenan porque me empiezo a embalar nadando y aunque la profesora me esté explicando a veces me voy nadando. Me porto bien pero a veces me pasa”.
La vida de Felipe cambió en 2015 gracias a la tenacidad de su mamá, María Laura, quién siempre buscó información, herramientas y métodos para que su hijo se desarrollara y creciera a la par de cualquier chico de su edad. La posibilidad de un perro lazarillo no era posible por la corta edad del niño, pero en un giro del destino, una apuesta por su futuro se transformó en una historia de amistad.
Nala
Bella, elegante, siempre atenta. La pequeña Nala es la segunda perra en todo el mundo en ser lazarillo y asistente, ya que además de guiar al niño no vidente, acompaña, contiene y ayuda a Felipe a vivir con TGD. En Argentina hay sólo 35 perros lazarillos, ninguno con las especialidades de Nala. Algunos fueron importados y los más jóvenes provienen de la Escuela de Perros Guía Argentinos. Allí se comunicó María Laura para interiorizarse sobre estos animales y sus capacidades. Sabía que el destinatario debía ser mayor, pero la familia y la institución, por medio del Club de Leones de Quilmes Oeste, se comprometieron a intentar un protocolo especial para que el pequeño vecino de Castelar encontrara a su guía y aprendiera con ella a hacerse amigos: “Se me dio por el Club de Leones. Mi mamá dijo que necesitaba un perro guía. Fui al Club y conocimos a los perros guía. No sabía cual me iba a tocar, estaba medio ‘rompepaciencia’, no sabía cuál me iba a tocar. Me tocó Nala. Estaba Bruma también, que es la hermana de Nala, pero me llevé a Nala”, explicó el vecino.
Tras el primer encuentro a fines de 2015 Felipe inició un entrenamiento para aprender cómo sería su relación con el animal y para que Nala aprenda también a responder a su nuevo amigo. “Fue aprender a que ella reconozca mi voz, aprender un montón de cosas: a decirle que se siente, darle de comer. No sé cuanto duró pero la última vez fui a caminar con ella. Le digo sit, down, afuera, a veces me escucha, a veces no. A veces salgo de paseo, salimos a dar una vuelta a la manzana, pero puedo hacer un montón de cosas. Me ayuda a cruzar la calle, le tengo que decir Cruza. Cuando el perro ve un auto se para y se sienta, avisándome que viene un auto y que no podemos cruzar hasta que se vaya entonces cuando se levanta es que se fue. Yo también escuché que el auto se fue, entonces le digo Cruza y ella empieza a cruzar, le doy esa orden pero ella ya sabe que puede cruzar”, ejemplificó.
Celebridad y amistad
La particularidad del vínculo con su amiga de cuatro patas y la singularidad de ser Felipe el único niño en Argentina y el más chico en América con un perro lazarillo, lo llevaron a dar notas a distintos canales de televisión, portales de internet y radios como la que brindó a la vecina Rita Abad. Pero para su propia vida el cambio fue mayor, según relató su madre a este medio, la compañía de Nala se manifestó en más seguridad y confianza para movilizarse de manera independiente, siempre seguido por algún adulto, pero con una soltura que sin la compañía de la perra no había alcanzado.
La compañía del animal le permite pasear de manera distinta a como lo hacía junto a su madre y su abuelo, ahora recorre Castelar de otra manera: “Todo me gusta de Castelar, me gustan tantas cosas que no me puedo decidir: Visitar el taller mecánico y caminar”.
Nala dio un giro en la vida de Felipe, pero lo que no cambió es su pasión: “Me gustan los autos y me gusta arreglar los autos, veo en internet cómo hacerlo. Sé las demás cosas pero si me olvido algo lo busco en internet. Lo hago como una especie de tarea, busco cómo hacer para que ande, la miro y la voy escuchando”.
Esa vocación por las cuatro ruedas lo llevó a desarrollar un don para reconocer cada vehículo con apenas algunos detalles. Impulsado por su abuelo, Felipe reconoció sus trucos: “distingo el auto por el sonido del motor. O por el tapizado, o por la manija”. La habilidad del pequeño superó pruebas y bromas, a la hora de subir a un remis sabe qué auto es, fabricante, marca y modelo. Roberto Michelena varias veces intentó engañarlo cambiando la bocina de su propio auto, llamando a remiseras desconocidas o negándole los aciertos, pero el pequeño siempre se las arregló para encontrar el detalle que le diera la certeza sobre el auto. Asegura que su futuro lo encontrará con su propio taller mecánico donde también estará Nala en carácter de asistente.
A lo largo de toda la entrevista Nala estuvo junto a Felipe, simulando dormir al principio, buscando mimos después. Felipe a lo largo de la charla también siempre volvió una y otra vez a hablar de su amiga. Inseparables, encontraron en su vínculo una manera de caminar firmes y a la par: “Si necesitas perro guía no hace falta que te vayas a Estados Unidos, tenés que ir al Club de Leones”, aseguró el pequeño y completó con un sonrisa, “me siento muy bien con ella. Nos llevamos bien”.
Entrevista: Gabriel E. Colonna
Redacción: Leandro Fernandez Vivas