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Sociedad
11 Ene 2016

A. Fernández: "Hay que ser valiente para dedicarse a la música"

Antonella Fernández, la cantante de Castelar que llegó a codearse con Horacio Guarany, Juanjo Domínguez y Hugo Marcel, entre otros, contó a Castelar Digital cómo jugando con la guitarra de su abuelo forjó la que sería su vocación y su destino. "El camino de la música es como subir a una montaña, cada pasito se tiene que disfrutar", resumió.
Lo que comenzó siendo sólo un juego compartido con su abuelo se transformó en su vocación y profesión, y  la lleva a pararse sobre el escenario de cada peña, cada festival y cada milonga que encuentra en su camino. Con su voz y su interpretación llegó a codearse con los más importantes músicos e intérpretes de la región. Antonella Fernández es cantante, pero antes jugó con la música y con los instrumentos. Si bien hoy se dedica al tango, donde mejor despliega su arte y las capacidades de su voz, de muy pequeña inició su camino por el folklore, género que sigue interpretando en algunos festivales.

Con la pasión a flor de piel y con el ímpetu que la llevó a presentarse a peñas, programas de televisión y encuentros musicales, y con la tenacidad de estudiar en conservatorios y escuelas de música, Antonella llevó su voz desde los primeros escenarios de Morón a festivales como los de Cosquín, Baradero o presentaciones en Uruguay. Es miembro estable como cantante de la orquesta de tango del Conservatorio de Morón Alberto Ginastera, tiene sus propios alumnos y todo el tiempo está buscando nuevos horizontes, nuevas oportunidades para presentarse ante el público.

Apenas tenía siete años cuando en las vacaciones de invierno su madre la anotó para tomar clases de guitarra con su vecino Manuel Valenzuela, pero su acercamiento a la música  nació de la mano de otro guitarrista y cantor apasionado, su abuelo. “Empecé muy de chica, cantando  en los asados familiares. Nos juntábamos con mi abuelo y el agarraba la guitarra y cantaba zambas, chacareras y algún tango. Yo amaba escucharlo hasta que me animé a cantar con él. El primer tango que cantamos juntos fue ‘Cantando ’  de Mercedes  Simone. Todo entre casa, nunca pensé que era el inicio de lo que soy”.



Tras los juegos llegaron las clases que la sentaron de frente a la guitarra, las partituras y las canciones: “Me quedaba enorme la guitarra. Después el profe me dio una guitarra de mi tamaño para que esté más cómoda. Tras tres años de estudio me propuso hacer canto; ‘la guitarra va queriendo, pero cantas bien ¿por qué no estudias canto?’, me dijo. Empecé a estudiarlo, recorrer radios y todo se fue dando de  boca en boca. Seguí mis estudios de canto en el barrio,  y de a poco los vecinos me iban conociendo, invitando a peñas, actos escolares, era la nena de Castelar que cantaba. Y se fue dando y arranqué: viernes, sábado y domingo de peña, y entre cada escenario estudiar para el colegio en el transcurso del viaje. Todo fue con esfuerzo”

La prueba de fuego fue el primer escenario, cerca de su casa pero en la ciudad vecina de Morón, en el interior del Club Pampero. Ante el éxito le siguieron peñas y festivales. Al oeste le continuó el interior de la Provincia de Buenos Aires: “Después canté en Chivilcoy, Luján, Baradero,  Mercedes…. me ayudó Toni Vera como lo conocemos acá en el oeste. A los 15 años empecé a estudiar lenguaje musical con él, quería entender bien lo que estaba tocando. Empecé en la Escuela de Música Popular de Ituzaingó (EMMPI)”.

Antonio Vera, conocido artísticamente como Tony Balver, es otro de los tantos famosos y exitosos músicos vecinos de Castelar que fue durante muchos años director de la EMMPI. “Un día le dije a Tony que me gustaba el tango. Para que me escuche canté un tango en medio de la clase y me dijo ‘te tengo que presentar unas personas’. Era la Familia Villalba, conocidos y admirados, quienes tocan con el Chango Spasiuk,  Luciano Pereyra y ellos me presentaron a otros grandes músicos como  Jorge Viñas. Con él fui a Luján a un encuentro de guitarreros, un evento de todos hombres, las únicas mujeres éramos mi mamá y yo. Me miraban como diciendo ‘¿chiquitita y mujer va a cantar?’. Conocí a Ramón Ayala, Juanjo Domínguez.  Jorge Viñas me dio el espacio en su momento de actuación y canté ‘Zamba del laurel’, del Cuchi Leguizamón. De ahí me llevó a la peña del colorado… por suerte doy gracias que me ha tocado gente buena en este camino”.

“Toni se fue de la escuela y siguió la amistad. Hemos ido a tocar juntos a diferentes escenarios para colaborar en muchos lugares y siempre me abrió puertas. Su humildad fue esencial desde tocar con alguien que recién empieza  hasta el recomendarme, el decir ‘escuchala’. Tuve suerte de cruzarme con gente buena. Con Tony a veces nos juntábamos a tomar un té, a cenar y siempre escuchando  sus anécdotas, es todo un aprendizaje.  El tiempo pasa y aún  nos seguimos encontrando a charlar“, recordó sobre uno de sus mentores.



Tras su paso por la EMMPI, Antonella continuó su formación en el Conservatorio de Música de Morón Alberto Ginastera donde luego de hacer los años iniciales de la carrera se volcó hacia el aprendizaje de la enseñanza de la música. Allí estudió canto y piano y paralelamente comenzó a estudiar la Licenciatura en Relaciones Públicas en la Universidad Nacional de La Matanza. A sus cualidades para la música sumó experiencias y práctica con instrumentos tan variados como el charango y el saxofón, además de la guitarra y el teclado. “En la música hay que abrir el oído, animarse a experimentar, escuchar a todos los instrumentos que suenan en un grupo y diferentes estilos y géneros musicales”, destacó ante las consultas de Castelar Digital.

Valentía, alumnos y hasta cámaras

Su carrera continuó con presentaciones, escenarios, folklore y tango, siempre de la mano de otros grandes artistas de reconocimiento nacional: “canté con Horacio Guarany, con el Chaqueño Palavecino, en el festival de Baradero, Ayacucho, en Cosquín, en el Festival del Salame en Mercedes. Que te aplaudan de pie sin que te conozcan es muy fuerte. Hace un año que me dedico al tango, salí revelación  en el Festival del Jamón de Marcos Paz y hoy soy cantante del Viejo Almacén en San Telmo junto a Hugo Marcel. Hace unos años gané un concurso organizado por el Club de Leones en Escobar, partido del cual soy Reina Municipal y Princesa de la Fiesta de la Flor, y pude grabar un disco, titulado ‘Contame una historia’. Todos tenemos una historia que contar, y  en el disco las cuento con tangos,  milongas y valses tradicionales. Además, hace poco tuve la posibilidad de viajar a Uruguay  como corista de uno de los más conocidos, tributo a Elvis Presley, y fue mi primer viaje internacional. Gracias a la música y al universo pude vivir esa experiencia hermosa. No podía creer estar viviendo eso y haciendo lo que más amo, cantar."

Otra etapa de su carrera la completan los programas de televisión. Con valentía y tenacidad, Antonella se ha presentado en castings y audiciones para programas dedicados a talentos y artistas, como también ha participado de otros que no estaban del todo relacionados con la música. “Estuve en Soñando por Cantar, Talento Argentino, Operación triunfo y  también en Mi mamá cocina mejor que la tuya, pero eso fue de cara dura: en 18 minutos teníamos que hacer un plato. Mi mamá lo hizo solo para que yo cante, mientras ella cocinaba yo cantaba para que la gente me escuche. Participé también en Una tarde cualquiera  junto a "El Bahiano" en canal 7; en Ecos de mi tierra, con Soledad Pastorutti. Canté, bailé y actué en Despertar de Primavera de la mano de Cris Morena.  Hice muchos castings, he llegado a estar un día entero haciendo cola. Hay que ser muy valiente para dedicarse a la música,  si uno se queda en la casa esperando, nadie te va a llamar. Tenés que ser busca, golpear puertas hasta el cansancio, organizar una fecha y buscar difusión, publicidad, convocar”.
 
Antonella Fernández paralelamente a su carrera de cantante comenzó su arista docente. Cuenta con una quincena de alumnos, que quieren desarrollar su voz y su pasión: “Hace tres años que doy clases. Tengo un grupo de niñas a quienes les doy clases grupales y me encanta las ganas y la energía que tienen. Todo se aprende a través del juego, de divertirse, cantar tiene que ser natural. Este año hicimos la primera muestra y me decían que me querían, me hicieron carteles, eso me pone muy contenta,  te recarga pilas ver tanto cariño alrededor. Las mamás me agradecen e incluso una de ellas me mandó un video de su hija de 8 años cantando tango después de verme cantar a mí.  Ahora la nena se pasa los domingos escuchando tangos. Yo trato de darles todas las herramientas posibles que aprendí, desde el vestuario, conocer el escenario, para que estén preparados en todos los ámbitos y puedan disfrutar de todo el show sin que sea una presión o tengan alguna frustración. Ahora estoy leyendo sobre la terapia en el canto, hay alumnos que vienen con crisis laborales o familiares y cuando terminan la clase me dicen que se van contentos, con ganas y energía. El canto sirve para la vida también”.
 
“El camino de la música es como subir a una montaña, cada pasito se tiene que disfrutar, no es solo llegar al techo, todo se va dando, el universo propicia eso si uno se va moviendo. Yo hago show para niños, me visto de Frozen y canto Libre Soy, hago de distintas princesas, canto en cumpleaños de 80 , 50, repertorio de  Palito Ortega, Valeria Lynch, boleros aunque lo que me apasiona es el tango y folklore.  La música te permite dejar algo.  Los haces festejar con una cumbia y los haces llorar con Honrar la vida, es hermoso. Siempre intento más, cambiar el repertorio, buscar nuevos autores y me veo llegando a esa montaña preparada, con todo lo caminado sumado como artista. Y el día que llegue , también dar una mano a los que están arrancando.  La música es una forma de vida, desde que te levantas, lo que comes, entrenar, vocalizar, hasta que dormís. Todo tu día en relación a la música”, resumió la cantante.

Desde los juegos de la infancia hasta el traspaso del legado en sus propios alumnos, Antonella Fernández, con apenas 21 años, está transitando la carrera que eligió como eje y columna de su propia vida. Sigue avanzando, creciendo y esforzándose para que su voz y su arte lleguen aún más lejos, así es su vocación. “La idea es sembrar, dejar algo, dejar huella. Cuando mi abuelo se vino de Santiago del Estero para acá, pasó de dormir en el piso sobre hojas de chala a buscar ser alguien en Buenos Aires, él me dijo yo quiero ser alguien en esta vida y siempre acompañado de su guitarra. Hoy no puede creer que alguien de su sangre esté siguiendo sus pasos con el mismo sentimiento. Todo es con esfuerzo, eso es amor por la música”, finalizó Antonella Fernández.
 
Entrevista y fotos: Gabriel E. Colonna
Redacción: Leandro Fernandez Vivas

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